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Sobre el origen del turrón no existe una hipótesis universal y aceptada por todos. La almendra y la miel ya fueron utilizadas como ingredientes en Al-Ándalus para elaborar dulces, por lo que el producto en sí podría identificarse de procedencia árabe. No obstante, la palabra turrón viene de la palabra torrar, que significa asar y que procede del término latín torrare. Sus primeras referencias escritas provienen del siglo XIV, llegando ya a estar extendida en España la costumbre de tomar turrón en Navidad en el siglo XVI.

Su fabricación comenzó en las zonas de Alicante y de Jijona y en el siglo XIX se mecaniza su producción de forma industrial, hasta llegar a la actualidad llegando a convertir España en el mayor exportador de este producto. Del turrón original han derivado multitud de sabores, destacando principalmente la variedad de chocolate, que comenzó sus inicios tras la Guerra Civil. Esta variedad ha conseguido progresivamente adquirir un importante protagonismo en el consumo de turrón.

Los turrones deben ser consumidos dentro de una dieta variada y equilibrada.

¿Qué nos aportan los turrones?

 

El turrón por su composición (frutos secos, miel, leche, huevo…) es un alimento de la Dieta Mediterránea, conocida por ser una de las más variadas, saludables y ricas del mundo. Son productos elaborados con ingredientes naturales, cuyo proceso de producción ha sufrido una mecanización mínima, concentrada además en la parte del envasado y no en la de elaboración propiamente dicha.

La mayor parte de los ingredientes de los turrones aportan beneficios nutricionales.

 

Los turrones duros y blandos contienen cantidades muy considerables de almendra, por ejemplo, los de calidad suprema contienen como mínimo un 60 y un 54 por ciento de almendra respectivamente y los de calidad estándar contienen como mínimo un 34 y un 30 por ciento respectivamente de este fruto seco.

Es el principal ingrediente de turrones blandos y duros. Se trata de un fruto seco que contiene gran cantidad de calcio, hierro y fósforo.. Además contiene una cantidad apreciable de fibra, teniendo todas las ventajas conocidas de los frutos secos.

Las almendras tienen grasas vegetales con una composición similar a la del aceite de oliva, con ácidos grasos insaturados esenciales para la dieta. Teniendo en cuenta la gran cantidad de almendras que contienen muchas variedades de turrón, es destacable su adecuado perfil graso.

La conocida como “Dieta Mediterránea” incluye frutos secos en la base de la pirámide nutricional. La dieta mediterránea es una dieta variada y equilibrada. El éxito de esta dieta lo asegura la gran cantidad de alimentos que la componen. Los frutos secos se sitúan en el tercer nivel como alimentos a consumir diariamente de forma moderada.

La almendra marcona es la reina de las almendras, de sabor dulce y grano redondeado y muy blanco. Se utiliza para la confección de mazapanes y turrones. Se caracteriza por ser rica en calcio, proteínas y vitamina E. La almendra es un alimento muy recomendable en una dieta variada y equilibrada.

El uso de la almendra en la alimentación es antiquísimo gracias en gran medida a sus propiedades nutritivas dado que es un alimento que aporta vitaminas, minerales, grasas, fibra alimentaria y proteínas.

La almendra es uno de los frutos secos con mayor aporte de vitamina E. 50 g diarios de almendras crudas cubren las necesidades diarias de esa vitamina. La vitamina E, es un antioxidante que protege a las células frente a la oxidación.

Las almendras son ricas en proteínas. Por ello en las dietas vegetarianas, las almendras y los frutos secos en general tienen una gran importancia.

La almendra tiene un 52% de grasas. De ellas, dos terceras partes corresponden a ácido oleico. Esto quiere decir que tomar almendras es muy parecido a tomar aceite de oliva. Se ha demostrado que en comunidades que se consumen dosis altas de frutos secos, la incidencia de enfermedades cardiovasculares es menor. PREDIMED


La parte dulce

La miel, además de ser un alimento de gran calidad y fácil digestión y asimilación, posee una gran variedad de sales minerales y vitaminas. Su aporte principal son los hidratos de carbono.

Los azúcares, junto con la miel, aportan el dulzor característico del turrón. Además, las características de estos azúcares simples (monosacáridos y disacáridos) hacen que su absorción en el organismo sea rápida.

El chocolate por su parte tiene reconocidas virtudes nutricionales,. Las empresas del sector apuestan por estos beneficios aumentando cada vez más la incorporación de cacao como ingrediente básico en la elaboración de turrones.

En resumen, el turrón y el mazapán son, por su composición, dos alimentos que encajan perfectamente dentro de la dieta mediterránea, conocida por ser una de las más saludables y ricas del mundo. Son productos totalmente naturales, cuyo proceso de producción ha sufrido una mecanización mínima, concentrada además en la parte del envasado y no en la de elaboración propiamente dicha. Esto ha facilitado en gran medida la exportación de este producto y nuestro reconocimiento como fabricantes.

Los valores nutritivos no son los únicos que hemos de destacar de estos alimentos. Tanto turrones como mazapanes escenifican la unión, la reagrupación familiar, nuestros recuerdos de toda la vida entorno a unas tradiciones y a una gastronomía propias y arraigadas. Por todo ello, la Navidad española, nuestra Navidad, no sería tal sin unos buenos turrones y mazapanes.